Espiritualismo de Vanguardia y Feminismo Aristocrático 

El espiritualismo de vanguardia constituye una sensibilidad literaria y estética con un perfil distintivo en las primeras décadas del siglo, un perfil que aun cuando tenga ciertos vínculos y filiaciones con el modernismo literario (la influencia francesa, el clima espiritual antipositivista) no puede sin embargo, por las razones que daremos más adelante, asimilarse a él, ni tampoco a algunas corrientes literarias que empiezan a perfilarse en esos años, como el criollismo o el nativismo, más aún se encuentra en las antípodas del nacionalismo cultural predominante que las nutre. La historiografía literaria y cultural chilena prácticamente no ha reparado en el espiritualismo de vanguardia como una corriente o tendencia; sólo muy recientemente algunas autoras vinculadas a esta sensibilidad han sido rescatadas en la nueva crítica feminista, pero lo han sido de modo más bien aislado y sin establecer el perfil de una tendencia estética, de una corriente que aun cuando tuvo su eje en el feminismo aristocrático incluyó también a uno que otro autor masculino. Autores como Hernán Díaz Arrieta, en los que se hace evidente un proceso de feminización de la escritura. 

La autora epónima de esta tendencia es Inés Echeverría de Larraín, que escribió gran parte de su obra con el seudónimo de Iris. De ella tomamos el nombre que le otorgamos a dicha sensibilidad. En efecto, en la dedicatoria a su novela corta Hora de queda (1918), Iris ofrece su obra a "los espíritus de vanguardia" ¿a quiénes se refiere con esta denominación? ¿quiénes son estos espíritus de vanguardia? ¿qué los caracteriza? En gran medida son, como lo señala la dedicatoria, aunque no exclusivamente, "hermanas", mujeres que la han animado con misivas y solidaridad espiritual pero que sobre todo comparten la sensibilidad ante la vida que la propia Iris y su obra encarnan. Para responder, por ende, a las preguntas anteriores hay que desplegar los rasgos fundamentales de la sensibilidad además de mencionar los autores y obras que permiten configurarla. 

Los autores más relevantes son, además de Iris, Mariana Cox Stuven, Hernán Díaz Arrieta y Teresa Wilms Montt. También autoras cuya obra se encuentra inédita o dispersa en revistas y publicaciones de las dos primeras décadas, como es el caso de María Luisa Fernández de García Huidobro (firmaba sus artículos, poemas y crónicas con los seudónimos de Latina y Monna Lisa), Luisa Lynch de Gormaz, Sara Hubner de Fresno (Magda Sudderman) y las hermanas Carmen y Ximena Morla Lynch.(37)

Inés Echeverría de Larraín (1869-1949), Iris, es autora de Hacia el Oriente. Recuerdos de una peregrinación a Tierra Santa (1905), Hojas caídas (1910), Perfiles vagos (1910), Tierra virgen (1910), Entre dos siglos (1937), todas obras memorialísticas, diarios íntimos o recuerdos de viajes; novelas como Hora de queda (1918), o la serie que compone el conjunto Alborada (Cuando mi tierra nación, Cuando mi tierra era niña, Cuando mi tierra fue moza) (1942); también es autora de un número importante de artículos y críticas culturales, algunos de los cuales se encuentran reunidos en libros como Emociones teatrales (1910). Iris, describiéndose a sí misma, explica así la relación entre su vocación espiritualista y su proyecto escritural: "desde pequeña sentí -dice- urgencia de guardar la huella de mis días... surgía este anhelo del abismo interior, cuya ebullición torturante o deleitosa se me escapaba sin logro de posesión o permanencia... nací provista de cierta capacidad transformadora... Mi sensibilidad teñía de cierto tinte especial personas y cosas, vitalizándolas en mi clima espiritual... La vida transcurría monótona en las rutinas de mi casa ancestral. Se sabía desde junio el día y hora en que partiríamos a Valparaíso el año próximo. Escribía mi diario como una niña circunspecta, que se peina bien, no hace gestos y se retrata en su mejor postura para salir bonita". "Mi alma -sin embargo- era un continuo campo de batalla, entre las imposiciones que yo reconocía como mis deberes superiores, mi corazón pasionado, mi robusto temperamento nervioso y mi sensibilidad delicadísima. Este mundo gigantesco debía ser sostenido por un físico pobre, de niña anémica y frágil... Permanecí -dice- desconocida para los médicos. Mi único remedio o evasión fue el misticismo". (Su único remedio o evasión fue -agregaríamos nosotros- la escritura). 

Mariana Cox Stuven (1882-1914) (conocida con el seudónimo Shade) es autora de la novela La vida íntima de Marie Goetz (1909) y Un remordimiento. Recuerdos de juventud (1909). Respecto a estas obras Domingo Melfi escribió un comentario que de alguna manera sitúa esta sensibilidad en la recepción de época "Nuestra realidad es fría, positiva, objetiva. No es realidad de zonas dramáticas del espíritu, por eso causan asombro ...las novelas de Shade, una escritora que no tiene ojos sino para el mundo interno... el mundo que la sigue o al cual le preocupan este tipo de libros es reducido, está compuesto por un limitado número de gentes ávidas de variar su existencia monótona, objetiva y fría... No la comprenden sino algunos espíritus (uno de ellos Alone)...por el contrario la acusan de petulante, de "marisabidilla", porque precisamente su mundo novelesco no es de este mundo ramplón".(38)

Hernán Díaz Arrieta (1891-1984) publicó La sombra inquieta (1915) novela organizada como diario íntimo, en que el narrador expone las idealidades y vivencias espirituales vinculadas a su amor por Magdalena. Narrada desde un yo juvenil -un muchacho de diecinueve años- que despliega las vicisitudes espirituales de su relación con una mujer mayor, bella como una diosa griega (la "musa enhiesta" -la llama), ha sido leída por la crítica fundamentalmente como una novela en clave (Alone a los diecinueve años tuvo una fuerte amistad con Mariana Cox Stuven, Shade), desatendiéndose de este modo a la sensibilidad literaria que recorre la obra. Por una parte hay elementos espiritualistas y un marcado contenido antipositivista y antirracionalista (lo que era frecuente en la literatura modernista). Incluso hay un momento en la novela en que Magdalena alaba el libro Páginas Chilenas (1907) de Joaquín Díaz Garcés(39) y el narrador autobiográfico le pregunta, extrañado, "¿Se ha convertido usted a la literatura nacional? ¿Desde cuándo?" Vale decir, hay conciencia en que la relación espiritual de ambos y la propia obra en que esta relación se despliega representa como sensibilidad literaria una que se ubica en las antípodas del varonil "partido de la literatura nacional", del costumbrismo y del criollismo que por esos años se imponía.

Teresa Wilms Montt (1893-1921), autora de Inquietudes sentimentales(1917);Los tres cantos(1917); Anuarí (1918) y Diario I, Initiation; Diario II y Diario III (1915-18). En su época fue un mito por su belleza y por la vida anticonvencional que llevó; su biografía, sus diarios y su obra poética han sido sólo recientemente rescatados.(40)

Contexto Cultural y Textos Críticos
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